Pitia | Amores «De No Parar»
15974
post-template-default,single,single-post,postid-15974,single-format-standard,bridge-core-1.0.4,et_monarch,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-title-hidden,qode-theme-ver-17.2,qode-theme-bridge,disabled_footer_top,qode_header_in_grid,wpb-js-composer js-comp-ver-7.5,vc_responsive

Amores «De No Parar»

Hay personas que se enamoran constantemente. Encuentran a alguien, tienen varios contactos, varias experiencias en un breve plazo de tiempo, les da un subidón increíble y se enamoran.

A cada uno le da el subidón durante un rato distinto: unos días, unos meses, un par de años. Y luego, tal cual llegó el subidón, se empieza a esfumar, como un aroma que va perdiendo intensidad con la mezcla de otros.

La gran putada es no entender porqué ha cambiado el Paraiso donde nos encontrábamos.

Existen varios formatos de “enamoramiento constante”. En este artículo, os voy a contar los más frecuentes y las dinámicas reales que se esconden detrás de estas formas de enamorarse, para que podáis reflexionar sobre vuestro caso concreto y encontrar alternativas.

Amores Ardientes

Os conocéis, os flipáis, “wasapeáis” durante interminables horas que parecen un suspiro… Quedáis y os lo pasáis requete-quete-genial. Todo son risas y sonrisas.

Todo encaja, todo es ideal. Te has enamorado de alguien que responde a TODAS tus expectativas. Es alucinante: estáis en completa sintonía en todos los campos. Y el sexo fluye a tope.

¡Por fin has encontrado a quien estabas esperando! Tu media naranja. (Ya hablaremos luego de las medias naranjas).

A lo que iba. Has conocido a alguien y tienes un subidón hormonal del carajo. Estás espídic@, estás cachond@ a tope. Estás totalmente “pillad@”.

Esos subidones hormonales son muy difíciles de gestionar. Hay una expresión bastante más cursi que es la de “tener mariposillas en el vientre”. Ni mariposillas ni ostias, lo que tienes es un subidón hormonal en toda regla.

Es como si te hubieran enchufado un motor en el culo con un mando a distancia que no controlas tú. Te llevan. Ya no estás en tu cuerpo. Te han metido unas pilas inagotables que te tienen loco todo el santo día. No puedes pensar, sólo dejarte teledirigir cual marioneta por tus poderosas hormonas. Son ellas las que están al mando y NO TÚ. Que te quede muy claro.

La interacción de la adrenalina, oxitocina, dopamina y serotonina, te tienen lobotomizado el cerebro las 24 horas del día.

Tu cerebro reptiliano (el que nos asegura la supervivencia) ha cazado una presa muy sabrosa y estás en éxtasis.

El problema ocurre a medida que va pasando el tiempo.

El narcótico hormonal empieza a disminuir su efecto a medida que las pajas mentales que te has hecho sobre la persona de la que te has enamorado se van topando con la realidad y con tus expectativas frustradas.

Los puntos de conexión se van apagando, poco a poco, como las estrellas al amanecer.

Colorín colorado, el amor se ha terminado.

Al menos, con esta persona.

Hasta que de repente, aparece otra presa que vuelve a atraer tu interés y vuelve a meterte el chute hormonal que necesitas, ese que te deja completamente gilipollas. Drogado.

Y te das cuenta de que la anterior relación que te tenía cautivado no era “real”.

Porque te has vuelto a enamorar de otra persona. Y como el subidón de hormonas vuelve a ser monumental, identificas que esa persona que te quita el “sentío” ahora es la real.

No, no era la anterior. Es ésta persona de ahora a la que estabas esperando. Esto es el cuento que te cuentas.

Hasta que vuelva a pasar lo mismo de siempre: primero subidón que flipas, todo guay guay, luego la cosa va flojeando y al final tus hormonas emigran como moscas a otro aroma más apetitoso. Vuelven a buscar “carnaza”.

 

“Hola mi amor, yo soy tu lobo, quiero tenerte cerca para olerte mejor….”.

Canción de la Orquesta Mondragón – Javier Gurruchaga.

 

Eso es lo que te ocurre siempre porque lo único que te satisface es el estímulo de la conquista, de lo nuevo, de la caza. Es un instinto depredador en búsqueda de la dopamina que da el enamoramiento.

Quieres seguir enamorado, con las mismas sensaciones adictivas, y sin embargo poco a poco, MUY A TU PESAR, la relación se va transformando. El subidón va bajando, creando una sensación real de “mono”.

Le pasa igual a mi perrito Yambo con los peluches: se vuelve loco cuando los descubre, pero al ratito, se le pasa el amor.

Luego te cuento la dinámica que hay detrás de ese patrón de enamorarse de todo lo que se menea.

Amores Imposibles

Tenemos el caso de que no, no somos las personas a las que se nos pasa el amor. Somos personas que han tenido relaciones, más o menos estables, pero nos enamoramos de personas que no nos hacen el caso que queremos. Pero nos metemos en el juego del amor, creándonos una dependencia emocional revestida de aparente madurez.

Las frases más típicas son “bueno, estamos ahí” “no somos novios, pero tenemos algo” “es que no quiere oir la palabra compromiso”….”me ha dicho que vamos a ver como va lo nuestro” “no le ponemos nombre a nuestra relación”…. “ya veremos lo que pasa”…”todavía es pronto para decir lo que somos”…”me quiere pero hay que darle tiempo”…”esta persona funciona así, hay que saber manejarla…».

Éste es el cuento que te cuentas.

Todas estas perífrasis para decir que estás pillado y que el otro no te hace ni p— caso.

Pero oye, eso da una adrenalina que flipas. Sigues igual de enganchado pero con mayor sensación de vértigo porque nunca te queda claro si el otro o la otra está disponible para algo más serio.

Aquí, lo que te tiene que quedar claro es que tú no tienes nada claro, porque si lo tuvieras claro, dirías cosas más realistas como “me encanta quedar con esta persona pero pasa de mí cuatro pueblos”. Por “cuatro pueblos” me refiero a tener algo más contundente.

Este enganche es muy frecuente y es muy adictivo, puedes estar enredado largas temporadas durante las cuales la adrenalina fluye descontrolada por tus venas. No suele ser una sensación muy agradable porque en realidad lo estás pasando mal cuando la otra persona no te hace caso. Una montaña rusa de sensaciones que te llevan al clímax o te baja al Averno. Es una especie de “amor platónico masoca”.

Pero ojo, cumple su función. Como te he dicho antes, te tiene super entretenido y mira, por lo menos no te metes en otros líos peores. Tus hormonas funcionan igual que en el primer caso, pero provocando sensaciones de mucha tristeza y mucho dolor, en algunos momentos. Pero no te engañes, es de nuevo un enganche hormonal, las personas a veces necesitamos sufrir, aunque parezca una estupidez.

Yo me he encontrado en estos casos más veces de las deseadas y, si te soy sincera, si no entiendes porqué te enganchas así es muy desasosegante. No te preocupes, luego te cuento lo que está pasando en realidad.

 

“Amor y deseo son dos cosas diferentes que no todo lo que se ama, se desea, ni todo lo que se desea, se ama”.

Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes.

 

Amores “salvavidas”

Hay personas a las que la soledad y la falta de autoestima les mata. Necesitan desesperadamente a alguien que les haga caso para colmar ese vacío vital o su falta de seguridad en sí mismos.

Y se enamoran del primero que pasa y que les presta un poquito de atención. Es una situación de mucho peligro porque el primero que pasa puede ser el mayor depredador emocional del mundo. Pero no hay nada mejor como disfrazar de “amor verdadero” a esa persona que está tan pendiente de nosotros, aunque nos haga la vida imposible.

Mejor “mal acompañad@ que sól@”. Éste es el cuento que te cuentas.

La capacidad de enamoramiento de estas personas tan dependientes es ilimitada porque les va a permitir llenar inmediatamente sus carencias de soledad y falta de autoestima. No hay filtros, porque no se sabe estar solo. Se “agarran” al amor con una fuerza descomunal.

Aquí las hormonas también atacan y disfrazan a la rana de príncipe o de princesa.

 

“Lo malo del amor es que muchos lo confunden con una gastritis. Cuando se han curado de la indisposición, se encuentran con que se han casado.”

Groucho Marx.

 

Explicación de los casos

En los tres casos, la dinámica de enamorarse es de “un no parar”. Tiene la forma de un poderoso mandala que devora nuestra mente, incapacitándonos para dominar nuestros sentidos y poder establecer relaciones mucho mas sólidas y reales.

Los tres casos suelen ocurrir por una dinámica común. Tiene su origen en una falta de vinculación afectiva con la madre o con el padre. En la infancia se ha podido sentir un abandono afectivo por parte de alguno de los progenitores y buscar ese cariño en la edad adulta de forma compulsiva.

El abandono puede haber sido real o puede haber sido vivido como real.

Es decir, podemos haber tenido, por ejemplo, unos progenitores que no nos hayan querido, o se hayan marchado de casa rompiendo el contacto familiar, o que hayan fallecido y habernos sentidos solos y abandonados o puede ocurrir que nuestros padres sean super afectivos pero circunstancias de estrés, de enfermedad, de llegada de otros hermanos les hayan hecho dedicarnos menos tiempo que antes y sentirnos apartados de sus vidas.

En el primer caso, donde uno se enamora de todo lo que se menea”, la dinámica que se esconde es la de rechazar o abandonar antes de que nos rechacen o abandonen.

Cuando un niño ha sentido que sus padres no le prestaron suficiente atención y cariño, o que se lo retiraron de golpe, o se ha sentido rechazado por ellos y ha integrado esta experiencia de manera traumática sin poder trabajarla, de adulto hace un movimiento que compensa ese trauma de ir a la caza de ese afecto y por miedo a que le retiren el cariño, se convierte en “abandonador”. Abandona primero para no tener la experiencia de ser abandonado (otra vez). Teme encariñarse. Padece el síndrome de “Peter Pan”:  no crece.

 

En el segundo caso, donde la relación queda indefinida y sin intención de profundizar (al menos de momento), puede ocurrir que hayamos vivido una situación donde nuestros progenitores tenían entre ellos idas y venidas que nos hayan causado mucho dolor y en la edad adulta no queramos vincularnos por no sufrir los duelos de las rupturas. Pero también podemos tener aquí otro síndrome de Peter Pan, como en el primer caso. O también puede ocurrir que no lo sepamos, pero el hecho de elegir a personas “no disponibles” es un indicador de que nosotros tampoco estemos “disponibles”, aunque estemos convencidos de lo contrario.  Nosotros estamos atrayendo a personas con nuestro mismo campo de información inconsciente. Descubrir que en realidad no estamos buscando una relación seria aunque estemos convencidos de lo contrario es una de las experiencias mas alucinantes que yo he tenido.

El tercer caso, de enamorarse de lo que sea”, es el caso de la máxima indefensión ya que identificamos como situación peligrosa quedarnos solos. Este miedo suele ser un miedo vivido dentro del sistema familiar, en el que el abandono de alguno de los progenitores o su falta ocasionó graves perjuicios en la familia. También puede ocurrir que tengamos un miedo frontal al rechazo y que nos agarremos a la primera persona que nos hace caso. O que tu falta de autoestima y de confianza en ti mismo te impida sentir que puedes tener a tu lado a la persona que quieras y no conformarte por miedo a quedarte “nada”.

 

“El amor es como el fuego. Ven antes el humo los que están fuera, que las llamas los que están dentro.”

Jacinto Benavente.

 

Las primeras relaciones afectivas se establecen en el clan familiar y según lo vivido durante nuestra infancia, reproduciremos en la edad adulta los patrones para imitar lo que ha funcionado en nuestro clan o intentar protegernos de lo que no ha funcionado.

Las dinámicas de enamoramiento son muy complejas y aunque pensemos que estamos libres de enamorarnos de quien queramos, eso es completamente falso. Detrás de estas dinámicas se esconden muchas otras que nos empujan a buscar determinado tipo de relaciones afectivas.

La “media naranja” no existe. Esta expresión tan popular para definir a la pareja ideal es bastante rácana, pobre y dañina.

Hay que encontrar a OTRA naranja y así la pareja se compondrá de dos naranjas autónomas que darán mucho más zumo. Si buscas a tu MEDIA naranja, parece que estás incompleto y que la otra persona tiene la obligación de compensar lo que necesitas. Eso no es un buen comienzo.

Yo te recomendaría que te enamoraras de alguien como tú. Pero como tú de verdad. Los hay, te lo digo yo, y es la mayor garantía de éxito. Los opuestos no se atraen, porque traen información muy distinta y a veces muy agresiva. Lo que se atrae es lo que se reconoce como propio inconscientemente.

En cualquier caso, si tu dinámica en el amor no te está llevando por el camino que deseas, te invito a que explores conmigo las causas y soluciones tu bloqueo.

 

 

Sin Comentarios

Deja un comentario

Share This

Este sitio web utiliza cookies tanto propias y de terceros para analizar sus navegación y ofrecerle un servicio más personalizado y publicidad acorde a sus intereses. Continuar navegando implica la aceptación de nuestra Política de Cookies. +Info

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar